Este es el relato de Patricia, una enfermera latinoamericana que trabaja en el frente de batalla en la sección de cuidados intensivos. Desde un hospital público de Londres, nos cuenta lo que ve y vive desde adentro.

Hola a todos, me llamo Patricia y escribo este post como testimonio de lo que vivo día a día en una Unidad de Cuidados Intensivos COVID, de un hospital público de Londres. Soy enfermera con 16 años de experiencia, de los cuales 14 en Unidad de Cuidados Intensivos. Nunca pensé encontrarme en una situación como ésta, es una guerra donde no son necesarias las bombas ni artillerías, solo gotas de saliva. Sí, dije saliva. Cuando veo en las calles personas con las mascarillas debajo del mentón o sin cubrirse totalmente boca y nariz, me gustaría invitarlos por una vez a ver que sucede dentro de una UCI.

El turno

Inicio mi turno tomando agua y café, aunque a veces no sé si luego tendré tiempo de salir a beber. Luego me preparo con todos los equipos de protección. Gorra, guantes, mascara adherente a la cara, visera, uniforme impermeable y así me alisto para mi nuevo turno. Recorro un largo corredor para entrar en la habitación que se me asigna junto con una colega para monitorear a los pacientes. Algunos están sedados farmacológicamente, otros entubados, ventilados artificialmente y también pronados (boca abajo). En una habitación, está un paciente despierto, aún consciente, respirando con la ayuda de una mascara a presión positiva. En otra cama, un paciente ventilado y con diálisis. Después del recorrido, recibo las informaciones del turno anterior y comienzo con mis responsabilidades.

Es el cuerpo de los pacientes que se rinde a pesar de todos los esfuerzos

Todos los pacientes que conozco se encuentran en estado crítico y fueron empeorando día a día. Este virus no discrimina. Sus pulmones necesitan grandes cantidades de oxigeno, y aun así no es suficiente. El sonido de las alarmas de los monitores se ha vuelto común, la fiebre alta 39.0 / 39.5 es constante, las llamadas de emergencias recurrentes y las reanimaciones cardiopulmonar. Digamos que se corre continuamente. Por otra parte el uso de antibióticos más otros medicamentos y la asistencia 24/7 no es suficiente para combatir el virus. Al final, es el cuerpo de los pacientes que se rinde a pesar de todos los esfuerzos conjuntos, porque algunos llegan con otras enfermedades que complican su condición. Es muy triste.

La paciente Mrs Ross

Volviendo a mi turno, la paciente a la cual llamaré Mrs Ross, 57 años, está consciente, respirando con una mascara a presión. Pero empeora porque su respiración ha comenzado a ser fatigosa. Necesitará ser adormitada y entubada para ser ventilada artificialmente. El médico, al conocer su último estado, le ha comunicado cual sería el paso siguiente en su situación crítica. La paciente llora, se entristece, entiende que podría ser un viaje sin retorno, pero acepta el tratamiento. Antes, pide hacer una video llamada con sus hijos. Muy fatigada, les dice a sus hijos quedarse tranquilos, que ella va a estar bien y si no vuelve a casa les pide ser buenos hijos y comportarse bien. También les pide cuidar a su padre quien se hace poco se recuperó luego de ser también infectado con COVID. Sin embargo, Mrs Ross no resiste y se va en paz lamentablemente.

Somos seres humanos

Como personal sanitario tratamos de ser empáticos porque somos seres humanos también. Nos sentimos muy impotentes al ver como el virus gana sobre las personas. Ver familias despidiendo a sus seres queridos por video, sin siquiera poder estar presentes. Cogerles la mano, darles un último saludo, un último beso, ¡es terrible!. A veces procuramos sustituir sus familias, (al menos con un simple gesto) sosteniéndoles la mano cuando están por irse, poniéndoles su canción favorita al oído o algún mensaje/oración a pedido de la familia. Es muy triste. Por otro lado, nos alegra y emociona ver pacientes recuperados, es una grande satisfacción que compartimos. Sentimos que nuestro esfuerzo y cansancio valieron realmente la pena.
Bueno, solo quise compartirles my experiencia y aconsejarles que se cuiden. Valoremos cada minuto, cada día de nuestras vidas. Respetemos las normas de higiene, sigamos los protocolos de bio seguridad, tengamos siempre la mascarilla fuera de casa y protejamos a nuestros seres queridos más vulnerables. Todo esto pasará y volveremos a la normalidad. Será difícil olvidar pero seguramente habremos aprendido muchas cosas con esta pandemia, como el amor por los seres queridos.

Un abrazo y un saludo de una enfermera peruana en UK. Stay safe.

Relato de Patricia Espinoza publicado en Facebook.
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